Representan emociones y mérito y, por eso, las flores no pueden faltar en los momentos más especiales. Engalanan y embellecen cualquier espacio y, ni qué decir tiene, que son un elemento esencial en la celebración de una boda. Desde la ceremonia, los coches, el lugar de la celebración… ¡Y por supuesto el ramo de la novia! Es algo que no puede faltar ese día. El origen de esta tradición tan bonita hay que buscarlo en la Grecia y Roma clásicas, donde los novios llevaban un collar con hierbas y flores que representaba la nueva vida, la esperanza y la fertilidad.
Las formas y el tipo de flores han cambiado mucho desde entonces, pero aun así la costumbre perdura. Lógicamente, podemos encontrarnos con ramos de novia muy diversos en los que juegan un papel fundamental la propia personalidad y el gusto de la protagonista, el estilo de su vestido y, quizás, por qué no, también las modas.
En los últimos tiempos, se ha impuesto mucho la tendencia de lo natural y por eso es frecuente que nos encontremos con ramos hechos con flores de temporada de aspecto más bien silvestre, flores nada tiesas que dan la impresión de que de acabas de recogerlas en el campo. Bouquets desestructurados, con flores de diferentes tamaños y ramaje como el eucalipto y olivo, por ejemplo.
Dalias, hortensias o peonías también ganan adeptos para los ramos de novia en los últimos tiempos. En la variedad, qué duda cabe, está el gusto. Incluso empiezan a verse con frecuencia flores de estilo tropical que antes ni siquiera conocíamos.
Por supuesto, a pesar de las modas, siguen existiendo quienes no se resisten a un ramo clásico compuesto de rosas de diversos colores, desde las coloridas rojas hasta las blancas más puras.
¿Y tú?, ¿tienes claro cómo te gustaría que fuera tu ramo de novia?
#EntreHiedra
*Agradecemos la colaboración en este artículo a:
-Teresa, de Petite Reunión